El pronunciamiento fue hecho por el coordinador humanitario de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild, al concluir una visita que hizo al puerto de Tumaco, a orillas del Pacífico, que desde el 22 de junio vive una emergencia ambiental tras un atentado guerrillero. Las FARC atacaron ese día con explosivos un oleoducto, lo que produjo el derrame de 10.000 barriles de petróleo y la consecuente contaminación de un arroyo y dos ríos. El derrame de crudo fue controlado hace días, aunque el combustible alcanzó a contaminar una franja de ocho kilómetros del litoral en el Pacífico. El atentado, además, dejó sin agua potable a 200.000 habitantes de Tumaco, pues la mancha de crudo afectó su sistema de acueducto. 

“Las consecuencias ambientales y sociales de este atentado son devastadoras para una población que desde hace años padece toda clase de impactos del conflicto armado y se cuenta entre las más pobres y abandonadas de Colombia. Preocupa especialmente que los efectos van a prolongarse durante mucho tiempo”, dijo Hochschild. 

El dignatario de la ONU expresó que atentados de este tipo disminuyen la confianza de los colombianos en el proceso de paz que gobierno y el grupo guerrillero protagonizan en Cuba desde finales de 2012.