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Viajó a la Antártida

Fue cura, es paciente oncológico y cumplió sueño

Jorge González tiene 55 años, a los 22 años comenzó su vida como cura, luego la Iglesia lo decepcionó y dejó los hábitos. A partir de allí recorrió gran parte del mundo, llegó a la India, vivió en un templo budista, escaló uno de los picos más altos del Himalaya y se enamoró. En su bolso de pendientes llevaba conocer la Antártida, pero cuando conoció a Violeta se sumó el deseo de ser padre. En el medio llegó el diagnóstico: tenía cáncer.

Jorge González tiene 55 años, a los 22 años comenzó su vida como cura, pero luego la Iglesia lo decepcionó y dejó los hábitos.

Ushuaia.- Jorge González tiene 55 años, a los 22 años comenzó su vida como cura, pero luego la Iglesia lo decepcionó y dejó los hábitos. A partir de allí recorrió gran parte del mundo, llegó a la India, vivió en un templo budista, escaló uno de los picos más altos del Himalaya y se enamoró. En su bolso de pendientes llevaba conocer la Antártida, pero cuando conoció a Violeta se sumó el deseo de ser padre. En el medio llegó el diagnóstico que nadie quiere recibir: tenía cáncer.

La historia de Jorge podría ser una ficción, pero los personajes involucrados son reales y sienten de verdad. Este es el capítulo de un sueño cumplido en el momento más trascendental de la vida del protagonista. Jorge llegó a la Base Marambio en la Antártida tras desearlo durante toda su vida. “Yo me convierto hoy en la primera persona con cáncer de recto y con una colostomía permanente en pisar suelo antártico a nivel mundial, el mensaje que quiero llevar a quienes padecen algo similar es que no se queden y que se dejen ayudar”, expresaba Jorge a PERFIL.

Luego de abandonar el mundo eclesiástico por diferencias con el rol de la Iglesia y sus autoridades - integró el grupo de curas tercermundistas junto al padre Luis Farinello-, se lanzó en su bicicleta a recorrer el mundo. Se entregó de lleno a la aventura, pero sin perder de vista su necesidad de incluir un propósito social a su camino. Así fue como cuando escaló el Aconcagua llevó a la cima la bandera de la fundación Marita Verón para impulsar su visibilidad y en 2012 cuando fueron al Everest con su compañero Mariano Galván cargaron consigo un homenaje a 30 años de la guerra de Malvinas.

 

Llegar a los confines del mundo

 

“En 2007 escalé el Chollo que es la octava montaña más alta del cordón del Himalaya donde están los quince picos más altos del mundo, el más conocido es el Everest pero el octavo es el Chollo que queda en Nepal”, recordó. “El director de la expedición es un budista tibetano practicante muy amigo del Dalai Lama y al bajar me invitó a conocerlo, que está exiliado al norte de la India”.

Ahí fue con Mariano Galván que falleció hace cuatro años escalando quien casualmente había hecho de doble de Brad Pitt en la película Siete años en el Tibet. “En 2010 nos proponemos con Mariano ser los argentinos que escalen los 14 picos más altos del mundo, pero falleció hace cuatro años y no logramos alcanzar el objetivo”, lamentó.

“En 2012 fuimos al Everest y nos convertimos en la primea expedición argentina sin oxígeno, en escalar los 8.848 metros de altura y sin ayuda de sherpas, que son la gente de la montaña que te ayuda a subir. En esa oportunidad, como se cumplían 30 años de la guerra de Malvinas, llevamos la bandera con la sigla de Malvinas, fue todo un tema porque en 1953 una expedición inglesa conquistó la cima del Everest. Yo llegué hasta el campo 4 porque una avalancha me pegó en el hombro y ya no pude continuar, pero Mariano llegó el 19 de mayo a la cumbre y marcó un hito”, repasó.

Tras esa gran experiencia ambos fueron invitados a dar charlas en diferentes lugares del país y en 2013 viajaron a Tucumán donde ocurrió algo fuera de los planes. “Conocí a quien ahora es mi señora, Violeta, de ella me enamoré en el instante y supe que quería que tengamos un hijo”, aseguró.

 

Amor, dolor y milagros

 

En 2019 Violeta quedó embarazada, pero el 23 de diciembre de ese año perdió al bebé. Después llegó la pandemia de coronavirus, y en medio de eso Jorge se realizó estudios médicos por problemas de salud. Así descubrió que tenía un tumor nivel 3. “Empecé a hacer rayos, quimioterapia y en medio de esa locura me llega una estampa del Negro Manuel, por medio de Fabián Carrizo”, contó Jorge.

La historia del Negro Manuel comienza en 1630 cuando llega un cargamento al Virreinato del Río de la Plata con destino a Bolivia. Entre las cosas que trasladaban había dos imágenes de la virgen y esclavos traídos de África, uno de ellos era Manuel. Cuando pasan por lo que hoy es Luján las carretas tiradas por bueyes se frenaron. Quienes comandaban el viaje deciden bajar parte del cargamento y nada logra que los animales avancen.

El Negro Manuel propone que bajen una de las imágenes y que él se quedaba a cuidarla. Aceptan la propuesta y es entonces cuando las carretas comienzan a avanzar. Manuel podría haberse escapado, sin embargo, se quedó a cumplir lo que había prometido. Fue quien contó la historia de la virgen y logró ser el puntapié de lo que hoy es Luján. Antes de morir Manuel los lugareños le compraron la libertad, pero él eligió quedarse para ser “esclavo de la virgen”.

Volviendo a Jorge, él recibió la estampita del Negro Manuel cuando iba a comenzar el rocoso camino del tratamiento. “Un oncólogo me propone congelar espermas por el tratamiento que estaba haciendo y una tarde le digo a mi esposa que hagamos el último intento para tener un hijo y esa vez quedó embarazada”. “Fue muy fuerte”, dijo con la voz apenas audible atravesada por la emoción.

“Después empezaron los miedos de que el bebé pudiera tener alguna complicación porque yo estaba en tratamiento y el esperma se altera cuando recibís rayos; yo lo viví de una manera, pero ella fue la que se llevó la parte más difícil, porque era quien estaba gestando”.

Finalmente, el tratamiento que hizo no sirvió y en diciembre de 2021 lo operaron y le extirparon ano, recto, colon y le dejaron una colostomía de por vida. “Y el 22 de febrero de 2022 nació mi gorda, en perfectas condiciones”.

 

30 años de intentos

 

La casa paterna de Jorge, donde pasó la infancia, queda en la localidad bonaerense de Hurlingham en un barrio pegado a El Palomar, y a la siesta con los chicos del barrio se escapaban en bicicleta, se iban hasta el aeropuerto y veían cómo salían los aviones. “Decíamos que nosotros también íbamos a viajar, por más pobres que fuésemos y 50 años después ese pibe cumple ese sueño”, recordó con un nudo en la garganta.

A Jorge le habían dado el alta oncológico después de su operación en 2021 y el 30 de diciembre de 2022 volvió a hacerse estudios. Fue entonces que le comunicaron que todavía había células cancerígenas en su cuerpo. “Cuando te dicen que tenés cáncer te hace mierda, pero cuando te dicen que tenés de nuevo es terrible”.

“Yo nunca le tuve miedo a la muerte y eso lo digo con mucha humildad, pero cuando conocí a mi mujer la cosa cambió y cuando conocí a mi hija… yo no me quiero ir”, confesó.

A finales de enero Joaquín Labarta Lipandri, del ministerio de Defensa, recibió unas notas de Jorge y encontró las cartas que durante 30 años envió al Comando Conjunto Antártico. “Primero las envié como cura y luego como deportista”, explicó. “Él se comunica conmigo, le cuento la historia y me confirma que voy a viajar a Marambio y mi oncólogo me dijo ‘ni se te ocurra no ir, después seguimos’”.

Así emprendió el viaje de sus sueños y llevó consigo una imagen del Negro Manuel, a quien es probable que el Papa Francisco este año santifique, y la dejó en la capilla de la base Marambio.

“Si yo tengo que resumir algo de todo lo que es estar acá, es una cosa que se fue gestando hace muchos años con diferentes protagonistas, personas que están en esta historia. Y más allá de que yo me convierto hoy en la primera persona con cáncer de recto y con una colostomía permanente en pisar suelo antártico a nivel mundial, el mensaje que quiero llevar a quienes padecen algo similar es que no se queden y que se dejen ayudar. Yo predicaba que Cristo en su momento, cuando llevaba la cruz se dejó ayudar. Cuando vos te dejás ayudar te salen fuerzas de todos lados. También traje una foto de Mariano Galván con quien soñábamos venir a Marambio y yo se lo prometí y si yo estoy acá él también".

“Yo soy testigo de que Dios nunca te suelta la mano, te podés hacer el loco, ir a la mierda, podés ir por los caminos que yo fui, desafiar la muerte con deportes extremos, pero Dios siempre está ahí. Uno lo que necesita es darse cuenta, pero no de manera personal, si no comunitaria, porque lo comunitario te transforma, te convierte en una persona extraordinaria”.

Fuente: PERFIL.

 


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