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Tensión por Ucrania

Rusia expulsó al número dos de la embajada de Estados Unidos

Cuando parecía que la tensión en torno a Ucrania se disipaba Biden volvió a advertir hoy que Rusia se prepara para invadir "en breve". Negó además que las tropas rusas se hubieran replegado.

Vladimir Putin y Joe Biden

El presidente estadounidense, Joe Biden, insistió hoy con que Rusia planea invadir a Ucrania en breve, y Moscú expulsó al número dos de la embajada de Estados Unidos, en un súbito agravamiento de las tensiones entre ambas potencias apenas días después de que parecían comenzar a disminuir.

 

Los comentarios y la expulsión coincidieron con un pico de tensiones en la zona del este ucraniano fronteriza con Rusia, donde el Ejército combate a milicias rusoparlantes apoyados por Moscú, justo el día en que el máximo órgano de la ONU evaluó la aplicación de los Acuerdos de Minsk de 2015 destinados a pacificar el conflicto.

 

En la reunión del Consejo de Seguridad el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Vershinin, denunció a Ucrania de incumplir ese pacto, misma acusación que vertió el embajador ucraniano ante la ONU.

 

En el mismo escenario, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, insistió con que la inteligencia mostró que Moscú podría ordenar un ataque contra su vecino en los "próximos días".

 

El funcionario desafió al Kremlin a "anunciar hoy sin reservas, equívocos o desviaciones que Rusia no procederá a invadir a Ucrania" y añadió: "Díganlo claramente. Díganlo claramente al mundo. Demuéstrenlo enviando sus tropas, sus tanques, sus aviones, de regreso a sus cuarteles y hangares, y enviando a sus diplomáticos a la mesa de negociaciones".

 

Estados Unidos encabeza las acusaciones de que Rusia tiene 150.000 soldados cerca de la frontera con Ucrania y planea invadirla, mientras Moscú reclama que se presione al Gobierno ucraniano para que implemente los acuerdos de 2015, mediados por Alemania y Francia, para pacificar la zona del conflicto con las milicias rusoparlantes.

 

Más de 14.000 personas murieron en combates entre el Ejército ucraniano y las milicias, que controlan dos provincias, Lugansk y Donetsk, en esa región de Ucrania conocida como Donbass, donde se habla ruso.

 

Las milicias se alzaron en armas en rechazo al derrocamiento del anterior Gobierno ucraniano por una ola de protestas en 2014 y su reemplazo por el actual, que es antirruso.

 

Las milicias de Lugansk denunciaron hoy bombardeos y dijeron que se trató de una "provocación a gran escala", mientras que un comandante separatista, Rodion Miroshnik, dijo que sus fuerzas respondieron el fuego.

 

Ucrania negó la información, y dijo que fueron los separatistas los que bombardearon a sus fuerzas, y que éstas no respondieron.

 

La comandancia general del Ejército ucraniano anunció que proyectiles alcanzaron un jardín de infantes en Stanytsia Luhanska, una ciudad controlada por los rebeldes, hirieron a dos civiles y dejaron sin luz a media localidad.

 

Rusia dijo esta semana que había empezado a retirar las tropas desplegadas cerca de la frontera con Ucrania que según Occidente planeaba usar para invadir a su vecino, luego de que culminaran unos ejercicios.

 

Moscú niega querer invadir Ucrania, pero exige a Estados Unidos garantías de que ese país no ingresará a la OTAN, que ésta dejará de darle armas al Ejército ucraniano y que retirará sus fuerzas de países de Europa del Este que englobó en años recientes.

 

Rusia considera esto una amenaza a su seguridad, pero Estados Unidos y la OTAN rechazaron siquiera hablar del tema.

 

Esta semana, el presidente ruso, Vladimir Putin, lamentó que Estados Unidos y la alianza atlántica hayan rechazado esas exigencias, aunque se dijo listo para discutir cuestiones que la alianza sí acepta debatir, como limitaciones al despliegue de misiles y las maniobras militares en Europa del Este, sin renunciar a las principales preocupaciones de Moscú.

 

Estos comentarios, más el anuncio de repliegue militar ruso, habían generado esperanzas de distensión.

 

Pero la sensación duró poco.

 

Ayer, Estados Unidos y la OTAN dijeron que no veían señales de una retirada.

 

En la Casa Blanca, Biden dijo hoy que Rusia podría invadir Ucrania "en los próximos días".

 

Casi al mismo tiempo, el Departamento de Estado confirmaba informaciones de la agencia de noticias rusa Ria Novosti acerca de que Moscú había expulsado "al número dos" de la embajada de Estados Unidos, Bart Gorman, de manera "infundada".

 

Rusia no hizo comentarios, y no quedó claro el motivo.

 

Biden agregó que su país tenía "razones para creer" que Rusia tramaba simular una acción militar ucraniana para "tener una excusa" e invadir el país.

 

El Kremlin dice desde hace tiempo que Ucrania, alentada por la OTAN, podría querer lanzar un ataque para retomar las dos provincias del este controladas por los rebeldes.

 

Occidente, en cambio, dice temer que un agravamiento de la situación en Donbass sea usada por Rusia como pretexto para cruzar la frontera, lo que pareció insinuar Biden.

 

Los bombardeos en Donbass son "realmente preocupantes", dijo el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, a periodistas.

 

"Hemos dicho ya que los rusos podrían hacer algo como esto para justificar un conflicto militar", agregó.

 

En Moscú, en cambio, el canciller ruso, Serguei Lavrov, dijo que de todo lo acordado con Rusia, Occidente solo aplica el principio de que Ucrania es libre de aliarse con quien quiere, "pero se aleja del resto de los compromisos".

 

"Semejante actitud deshonesta se observa en su enfoque hacia los Acuerdos de Minsk", agregó.

 

El primer ministro británico, Boris Johnson, sin mostrar pruebas, dijo que el bombardeo del jardín de infantes de hoy había sido algo armado por los separatistas para "desacreditar" a Ucrania y crearle una excusa a Rusia para intervenir.

 

Sin embargo, el presidente, Volodimir Zelenski, tuiteó que el "bombardeo de un jardín de infantes era una gran provocación", pero no dijo nada de una puesta en escena.

 

Los Acuerdos de Minsk lograron poner fin a los combates a gran escala, pero los esfuerzos para alcanzar un entendimiento político definitivo están estancados y las escaramuzas son cotidianas.

 

En virtud de los acuerdos, Rusia reconoció que las dos provincias controladas por los rebeldes son de Ucrania. Moscú ha rechazado sus pedidos de incorporarse a Rusia.

 

Ucrania, por su parte, se comprometió a darle autonomía a las provincias y a amnistiar a los separatistas, pero no lo ha cumplido pese a exhortaciones, sobre todo de Francia.

 

Ucrania dice que Rusia arma a los separatistas. Moscú lo niega, aunque respalda sus afirmaciones de que se sienten amenazados por el Gobierno ucraniano.


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