Río Grande.- El ingeniero Enrique ‘Quique’ Schoua, integrante del Movimiento Nacional de la Militancia Radical Distrito Tierra del Fuego, realizó un análisis sobre la Deuda Interna y el altísimo costo de la política argentina.

Observó que “se suele escuchar que el bajar el gasto de la política, puede no ser relevante en términos de porcentaje del gasto público. Podemos asegurar que sí es relevante, además de ser un gesto de la dirigencia política hasta ahora ausente”.

En ese sentido, analizó gasto por gasto en el Poder Legislativo nacional y enumeró que “en la Cámara de Senadores de la Nación el presupuesto es $12.374 millones, lo que implica un costo por senador de $14,3 millones mensuales. En la Cámara de Diputados de la Nación el presupuesto $11.943 millones lo que implica un costo por cada diputado de 3,9 millones mensuales”, disparó.

A esto sumó a los empleados de la Cámara de Senadores “que tiene 5.762 empleados, con lo cual cada senador tiene en promedio 80 empleados.  La Cámara de Diputados tiene 5.220 empleados, con un promedio de 20 empleados por cada diputado. Hay que agregar aquí a la Biblioteca del Congreso que tiene 1.420 empleados. ¿No son muchos?”, se preguntó a la par que “debe tener más empleados que libros”. En el caso de la imprenta parlamentaria “tiene 498 empleados”.

Legislaturas Provinciales

También el ingeniero Enrique Schoua se tomó el trabajo de analizar los gastos de los parlamentos provinciales, algunos de los cuales son bicamerales. “En 2019 todas las legislaturas provinciales tuvieron un costo de $41.000 millones, lo que implica un costo promedio por legislador de $2,8 millones mensuales de cada uno de los 1.199 legisladores provinciales que hay en el país”.

“Tierra del Fuego es una de las cinco provincias que más gastos del Poder Legislativo tiene y está muy por encima de este promedio. La misma tiene un costo anual por legislador de $58.935.131, lo que mensualizado da la friolera de $4.744.594 por legislador. Teniendo en cuenta que estos datos son del año 2019, estimamos que hoy esta cifra debe andar este año 2021, cerca de los $7 millones mensuales por legislador.

Pero el gasto de la política no está solamente en el gasto de los Poderes Legislativo Nacional y Provincial, el Poder Judicial, más el despilfarro de los Poderes Ejecutivos Nacional, Provinciales y Municipales, sino que está también en lo que la dirigencia política actual, denomina los Planes Sociales, que en realidad son una fuente de corrupción y clientelismo político”.

Reparó, como ejemplo, que “haber llevado de 81.539 beneficiarios por invalidez laboral a 1.032.926, lo que implica casi un millón más de inválidos entre el 2003 y 2019, sin haber tenido guerras, ni terremotos ni un tsunami, ni tampoco hubo un brote de poliomielitis por falta de la vacuna Salk, no tiene explicación racional alguna”.

“Este programa tiene un presupuesto que fue de $156.487 millones para el 2020.

A esto hay que sumarle los 234.432 beneficiarios del programa Hacemos Futuro, los 266.949 beneficiarios del Plan proyectos Comunitarios, los 74.604 beneficiarios del plan Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, más los 578.121 beneficiarios del Plan Becas Progresar. Entre otros planes”, enumeró.

Consideró que “el costo de la política no es solamente el descomunal costo per cápita que tenemos por cada Senador o cada Diputado Nacional o Provincial. Es en realidad todo un aparato de empleo público y planes sociales que han generado una gran masa de clientelismo político para tener el voto cautivo”.

“Ahora bien, ¿si nos ponemos en los zapatos de aquel que se quedó sin trabajo, que busca y busca y no encuentra otra cosa que fábricas que cerraron y comercios que se achican, distribuye CV por todos lados y nadie lo llama, y de pronto, ‘alguien’ le ofrece un plan a cambio de alguno que otro favor como puede ser ir a sumar gente en una manifestación o afiliarse y votar por tal o cual partido, y hambreados, lo rechazaríamos?”, se volvió a preguntar y agregó: “O quedamos en la trampa en la que muchos fueron cayendo, y que ya ni perciben la existencia del plan que sido urdido para ellos, que consiste en ser condenados de por vida a vivir mendigando de rodillas una ayuda al poder discrecional de turno. Pensémoslo bien, tengamos empatía”.

“A esto, se le debe sumar a la falta total de planes para salir de la crisis. No hay planes. Solo planes para seguir generando más planes, que hoy alcanzan a 12 millones de personas, porque éste es el negocio de algunos pícaros, y trampa sin salida para los que van quedándose sin trabajo genuino”.

“Escuchamos a diario que vivimos en un país rico. Que alimentamos a más de 400 millones de personas en el mundo. Pero paradójicamente, Argentina alberga una población que ostenta una de las cifras más altas de pobreza de más del 42%, y una hambruna en ciernes, similar a la de los Países más pobres de África. Es entonces obvio y evidente que nuestro problema no es económico sino político 100%”.

Disparó que “la dirigencia política de nuestro país, que ostenta descaradamente, sueldos de privilegio, jubilaciones de privilegio, y un muy buen pasar de abundancia y sin sobresaltos, está, a todas luces, en deuda con la población que dice representar. Con muy contadas excepciones, se encuentra inmersa en su micromundo de ‘transas’, ‘rosqueos’, alianzas y corruptelas varias, donde parece ser que en su agenda solo figura la próxima elección, y nada respecto de resolver de una vez y para siempre las recurrentes crisis económicas que la población soporta desde que tenemos memoria”.

“Y entonces si todo sigue así, una vez más, ‘al pueblo que es del pueblo’: esfuerzo y Sacrificio para salir de la crisis. Crisis que no es la primera, y de no tomar acción, no será la última”.

Entendió que “el desafío es entonces hacer el esfuerzo, para que sea la última, para que la salida no sea Ezeiza. Debemos sumar voluntades y actuar coordinadamente para gestar un cambio radical en toda la dirigencia política, a la cual se le debe exigir, cualquiera sea su signo, transparencia administrativa, austeridad y vocación para atender los problemas que afligen a la comunidad. Y planes, muchos planes, no los que ya conocemos, sino los de crecimiento y distribución equitativa de la riqueza que deben generar las fuerzas productivas. Y así reconstruir el País que soñamos para las generaciones venideras, no el que merecemos, porque el que merecemos, por acción o por omisión es el que hoy tenemos. Sino el País que nos mereceremos luego de un gran esfuerzo colectivo y de haber exorcizado los demonios de la corrupción y la decadencia”.