Digo esto porque mientras por un lado hablan de “poner en valor” el edificio, por el otro aseguran que lo mejor es demolerlo. Hasta donde entiendo no es lo mismo.

Por otra parte, me parece que justificar la demolición en el estado total de abandono del viejo cine, requeriría primero reconocer que el abandono es consecuencia de la política de la Caja, no un mero accidente. Porque con ese criterio mañana abandonemos por completo nuestros bienes históricos de forma que posteriormente podamos justificar su demolición o venta o privatización. La vieja treta de la mala política.

Si esa esquina se llenó de ratas, no ha sido culpa del destino, ha sido responsabilidad de quienes permitieron que se llenara de ratas.

¿Se podría haber hecho otra cosa? Seguro que sí. Un centro cultural, la recuperación del cine, su sala de recreación, un museo de historias fueguinas, un producto turístico que permita sus ganancias para la misma caja, etc. Pero se ha decidido dejarlo abandonado y ahora exponer un discurso fríamente “objetivo” que asegure que la única solución es demolerlo. Entonces dentro de un par de años, hallaremos otro enorme edificio privado, negocio de alguien, mientras los fueguinos perdemos otro bien patrimonial, de los tantos ya perdidos.

Paralelamente no tenemos en nuestra ciudad, una sala de conciertos o un centro cultural acorde al año en que vivimos.

Hace poco falleció la querida Marta Loncharich, descendiente de los hermanos que en el año 1948 construyeron ese cine, sala de espectáculos por donde pasaron numerosos artistas y exhibiciones que alegraban la vida de los pobladores. Me pregunto: ¿qué pensaría de este debate?

Me comprometo a escribir la historia de ese cine.