Procesando. Por favor aguarde...
Horacio Catena el eterno dirigente del SUTEF, otrora aliado del gobierno de Melella hasta conseguir nuevamente fueros gremiales, encarna una huelga eterna en las escuelas públicas, solo 40 días de clase en lo que va el ciclo lectivo.
El solo anuncia de un paro por 48 horas por parte del SUTEF supone para cualquier docente de la escuela pública quedarse en su casa tomando mate y cobrar el sueldo sin descuento alguno. Bajo ésta temática paso el ciclo lectivo en lo que va del año. Solo tuvo que asistir 40 días de clase.
En el gremio se jactan de tener “todo un record” de no trabajar y cobrar, una decisión política que gobierno provincial tomó como dictado y que solo alimenta, las violentas decisiones del gremio que maneja a su antojo el eterno secretario general Horacio Catena.
Por lo pronto las aulas de Tierra del Fuego volverán a quedar vacías, como de costumbre el SUTEF resolvió un nuevo paro de 48 horas acompañado de asambleas, desobligaciones y movilizaciones en toda la provincia.
Las protestas, que ya se repiten casi semanalmente, generan un profundo malestar entre las familias fueguinas, que observan con impotencia cómo sus hijos pierden clases y contenidos fundamentales. Según denuncian padres y docentes no alineados al gremio, en 2025 hubo más días de paro que días de clases efectivas. Esta situación pone en riesgo la continuidad pedagógica y compromete los aprendizajes básicos exigidos por el calendario educativo nacional.
Detrás de esta nueva medida de fuerza, el SUTEF reclama mejoras salariales y condiciones laborales. Sin embargo, el conflicto se ha transformado en un callejón sin salida que trasciende lo sindical para convertirse en una crisis estructural del sistema educativo provincial. Mientras los dirigentes del gremio redoblan su agenda de protestas —con ollas populares y cortes— miles de estudiantes quedan atrapados en una lucha que no les pertenece.
Derecho a huelga vs. derecho a la educación
El artículo 14 de la Constitución Nacional Argentina reconoce el derecho a “peticionar a las autoridades” y “trabajar y ejercer toda industria lícita”, pero también garantiza el derecho a la educación. A su vez, el artículo 75 inciso 19 impone al Estado la obligación de “sancionar leyes que garanticen la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna, y que aseguren los principios de gratuidad y equidad de la educación pública”.
Esto plantea un dilema jurídico y ético: ¿hasta qué punto puede ejercerse el derecho a huelga cuando su práctica afecta directamente otro derecho constitucional, el de aprender? En el caso de Tierra del Fuego, donde los paros se multiplican sin un horizonte de acuerdo, el daño educativo es evidente y acumulativo. Los estudiantes no solo pierden días de clases, sino también calidad en la enseñanza y oportunidades de desarrollo futuro.
Especialistas en derecho constitucional coinciden en que el ejercicio de un derecho no puede vulnerar otro de igual jerarquía. En este sentido, si bien los docentes tienen derecho a manifestarse, el Estado debe garantizar que los niños y adolescentes reciban el mínimo de días de clase que establece la Ley Nacional de Educación (Ley N° 26.206). Cuando esa garantía no se cumple, se está lesionando un derecho fundamental y colectivo: el de la educación pública.
Un conflicto que exige responsabilidad
Resulta legítimo reclamar mejores salarios, pero no puede ser legítimo que ese reclamo se sostenga a costa del futuro educativo de los chicos fueguinos. La responsabilidad de proteger el derecho a aprender no solo recae sobre el Gobierno provincial, sino también sobre los sindicatos docentes, que deben encontrar nuevas formas de protesta sin condenar a generaciones enteras al atraso académico.
Tierra del Fuego se enfrenta a una crisis educativa que no puede naturalizarse. Cada día sin clases es un paso atrás en la formación de los estudiantes, y cada desobligación un recordatorio de que la educación se ha convertido en rehén de un conflicto sin fin.
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