Procesando. Por favor aguarde...
(Enviada especial a Río Grande, Tierra del Fuego) Poco cambiará mañana en esta provincia escasamente poblada, de casas bajas y techos de chapa, donde todos los días el viento, protagonista de las conversaciones, hace menos tolerables las bajas temperaturas. La única duda frente a los comicios en la provincia más austral del país es el porcentaje con el cual ganará el gobernador, Gustavo Melella, profesor de filosofía salesiano nacido en La Matanza, que hizo carrera política en la Unión Cívica Radical (UCR) y se volcó al kirchnerismo durante el segundo mandato de Cristina Kirchner para acumular poder.
Todas las encuestas proyectan para el domingo electoral un batacazo del oficialismo y las chances de un ballotage con la oposición, excepto un milagro, son casi inexistentes. Las cifras más conservadoras le dan a Concertación Forja algo más del 50 por ciento; las más auspiciosas lo ubican cerca del 60. Enfrente tiene una oposición dividida, que le dejó servida la elección al “profe”, como lo llaman sus seguidores. El Pro, liderado por el diputado nacional Héctor “Tito” Stefani con apoyo de Horacio Rodríguez Larreta, juega escindido del sello de Juntos por el Cambio, encabezado por el senador Pablo Blanco, que recibió el respaldo, con sendas visitas, de la titular del partido que fundó Mauricio Macri, Patricia Bullrich, la ex goberndora bonaerense, María Eugenia Vidal y el gobernador de Jujuy y presidente de la UCR, Gerardo Morales.
En su entorno adjudican el probable éxito de Melella en las urnas a su administración y a su capacidad para articular voluntades políticas. En la oposición, a una facilidad para la prédica que, combinada con la toma de deuda y la contratación de empleados públicos, disimula -dicen- una pésima gestión provincial.
“El curita” (su otro apodo) tenía 26 años en 1997 cuando dejó San Justo, en La Matanza, su ciudad natal, para instalarse en Tierra del Fuego. Recibido como profesor de filosofía, desembarcó en la congregación de Río Grande, la ciudad con mayor cantidad de habitantes de la provincia austral, que crecía exponencialmente cada año con la llegada de miles de argentinos expulsados del centro y el norte por la crisis económica durante el menemismo.
Durante sus primeros años en las áridas tierras del sur, desde un cargo en la Escuela Agrotécnica Salesiana, cultivó un perfil humilde, con prédicas de corte religioso que nunca más abandonó. “Tiene una mirada de ayudar al prójimo, de ser un hacedor. Como Don Bosco, o el cura Brochero, es de esos tipos con un perfil distinto que sobrepasan su rol”, lo describió un fiel colaborador, en la previa de los comicios.
“Siempre lo vas a ver con la misma camisa a cuadros y los pantalones y zapatos gastados. Y probablemente en su placard tenga 50 iguales de cada uno. Su negocio son la humildad y la religión, el tono sumiso”, matizó un dirigente opositor. En la esfera local de Juntos por el Cambio le reconocen únicamente la capacidad para convencer. No así para gobernar: le endilgan la tasa de empleados públicos más alta del país; el déficit en el desarrollo industrial; un endeudamiento indiscriminado a través de la emisión de letras desde la Legislatura; y la falta de infraestructura en hospitales públicos y escuelas, entre una larga lista de temas.
En el comienzo del nuevo milenio, Melella volcó su impronta religiosa a su carrera política. Bajo el ala del radicalismo pasó por distintos cargos municipales, hasta que en 2011, con el respaldo de su jefe, el radical Jorge Martín, que no podía reelegir, dio el salto a la intendencia. Pero tres años después, en búsqueda de nuevas mayorías que le permitieran la reelección, le soltó la mano a su mentor del partido centenario y se alió al kirchnerismo, de la mano de Gustavo López, entonces subsecretario de la Presidencia de Cristina Kirchner y fundador de Concertación Forja, la fuerza que había logrado transformar a correligionarios en compañeros durante el auge del Frente para la Victoria. En honor a la alianza con López formó un nuevo frente local, que llamó Concertación Fueguina, un maridaje entre el partido local, Movimiento Popular Fueguino (MOPOF), y el Partido Social Patagónico (PSP).
Fue durante su segundo mandato en Río Grande cuando puso el ojo un escalón más arriba, en el Ejecutivo de la provincia, y la relación con la entonces gobernadora, Roxana Bertone, que hasta entonces había sido cordial, se transformó en una batalla sin cuartel que recrudeció cuando cayó sobre Melella una denuncia de tres obreros de la construcción por presunto abuso sexual coactivo que lo obligó a tomar licencia de su cargo.
El intendente denunció que detrás de la causa había una operación política de Bertone para complicarle la elección, según dijo en una entrevista, para castigarlo por “su condición de homosexual”. El radical K terminó imponiéndose sobre la gobernadora en las urnas, con 12 puntos de ventaja. La causa siguió, lentamente, hasta el año pasado, cuando el juez Raúl Nahim Sahade lo sobreseyó al entender que las relaciones íntimas, a pesar de que los albañiles habían dicho lo contrario, habían sido consensuadas.
Durante el gobierno de Cambiemos, Melella se mantuvo mayormente recluido en su provincia. Sólo salió a la arena nacional en ocasiones puntuales, con cruces contra Mauricio Macri, por ejemplo, en relación al régimen jubilatorio. En 2019 apoyó al Frente de Todos, y en los últimos años tres recibió dos veces a Alberto Fernández, que, en cambio, nunca visitó la vecina Santa Cruz.
Sin embargo, también procuró mantener el vínculo con el ala dura. Se mostró en distintas ocasiones con el ministro del Interior kirchnerista, Eduardo “Wado” de Pedro, encargado de la relación con las provincias. Y a comienzo de este año fue uno de los gobernadores que viajó a la Casa Rosada para dar apoyo de manera presencial el pedido de juicio político a la Corte Suprema, junto a los cristinistas Axel Kicillof (Buenos Aires), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Jorge Capitanich (Chaco). Por ahora, Melella no dio apoyo explícito a ninguno de los presidenciables del FDT, pero quienes lo conocen dicen que se inclina por un candidato de la unidad en lugar de las PASO, y mencionan a Sergio Massa, el titular de Hacienda a priori avalado por CFK.
El año pasado, como la mayoría de los gobernadores, desdobló la fecha de los comicios de los nacionales y en los meses de la campaña apenas se mostró con dirigentes nacionales. Todo indica que mañana por la noche, unas horas después del cierre de los comicios, Melella podrá brindar una vez más con su gabinete en el búnker del Club San Martín, en Río Grande, muy lejos de los jefes nacionales del FDT. Para su alivio, recibirá a Alberto Fernández recién el próximo viernes.
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