El convenio firmado entre EE.UU, Rusia, Gran Bretaña, China Alemania, Francia e Irán;  limita el sospechoso programa nuclear iraní durante los próximos 25 años y permite al país regresar al mercado internacional sin las sanciones impuestas por las potencias. El fin de esta disputa trajo consigo muchas muestras de alegría entre lo iraníes  que salieron a festejar en las calles. Fue también la satisfacción de Barack Obama una de las pronunciadas voces a favor del convenio.

Así también,  se hicieron escuchar los detractores de este acuerdo. Una de las posturas más fuerte es la de Israel, el primer ministro del país considero que el acuerdo constituye "un gran riesgo para la región y para el mundo, y pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel".

Por otro lado, el canciller de Francia, se mostró realista ante las condiciones que impone Irán para cerrar finalmente el acuerdo. "Los iraníes quieren que se levanten todas e inmediatamente -agregó-. Nosotros les decimos que hay que levantarlas a medida que se vaya comprobando el cumplimento de los compromisos.” dijo Laurent Fabius.

 También se hizo oír la voz de Arabia Saudita, el gran competidor de los iraníes por la influencia en Medio Oriente. No fue con la grandilocuencia de un discurso como Rohani ni con la solemnidad de un comunicado como Netanyahu, sino en una conversación por teléfono que el rey Salman tuvo con Obama. Allí buscó garantías de que Irán no dará el salto hacia las armas nucleares y que Washington no soltará la mano de Riad. Salman expresó su esperanza en que se alcance "un acuerdo final vinculante", luego del provisional logrado el jueves, "que lleva a una mayor seguridad y estabilidad en la región y en el mundo".

Aun sorteadas las críticas y reservas de los actores de Medio Oriente, quienes podrían torpedear el acuerdo son los propios norteamericanos. En concreto, los republicanos de un Congreso que debe dar su visto bueno y que nunca vio con buenos ojos las tratativas de Obama.