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Kelpers se organizan para rechazar la salmonicultura

Un grupo comunitario denominado Malvinas Libre de Salmones, exhortó a las autoridades y a la ciudadanía a rechazar una posible instalación de la industria salmonera en el territorio que ocupan ilegítimamente

Kelpers se organizan para rechazar la salmonicultura en las islas

La posible instalación de industrias dedicadas a la cría de salmones en aguas abiertas anunciada por el ilegítimo gobierno británico en Malvinas, produce rechazo en la población y el tema obligó a los kelpers a organizarse para evitar esta posibilidad.

 

En marzo se conoció que el gobierno de las Islas había contratado a MacAlister y Asociados Ltd, del Reino Unido para el monitoreo y evaluación de los requisitos para otorgar licencias a la acuicultura cerca de las costas de Malvinas. Ello fue a partir de la propuesta presentada por la empresa de las Islas, Unity Marine para operar una industria de cría de salmón.

 

La semana pasada, una organización denominada Malvinas Libre de Salmones envió una carta al Penguin News alentando a que la gente haga saber su voz, entreviste a los candidatos a legisladores y rechace el montaje de esa industria, que está levantado polémica en muchos países.

 

A continuación la carta, más bien una exhortación pública.

 

“Ante la inminencia de elecciones el grupo comunitario Malvinas Libre de Salmones desea enviarles un claro mensaje a los posibles candidatos a legisladores de la Asamblea, y es que hay que decir NO a la instalación de granjas industriales a cielo abierto para la cría de salmones. Si así es, en ese caso contarán con nuestros votos.

 

Será la próxima Asamblea que decidirá, a petición nuestra, lo que se piensa es lo mejor para el futuro de las Islas. Si los legisladores son engatusados a creer que las ventajas de la cría de salmones son superiores a los riesgos; si se dejan influenciar por los consultores y aprueban la cría de salmones en granjas a cielo abierto, estamos perdidos.

 

Hay dinero para hacer con los salmones pero los riesgos son enormes, Y aún si nos permitimos tener la esperanza que el marco legal y regulatorio del gobierno de las Malvinas será exitoso en donde otros han fracasado, la exclusión de virus en peces que lleguen a nuestras costas, evitar los focos de piojos marinos, minimizar los detritos de las granjas de peces, disuadir a mamíferos marinos de lanzarse tras las concentraciones de peces criados en cautiverio, prevenir que salmones escapados impacten sobre el desovado de calamares Loligo, para controlar una industria que mueve cientos de millones de libras, empero hay un tema, inmenso, que nada puede impedirlo, el problema de los efluvios.

 

Los efluvios sin ser tratados es lo que hace de las granjas a cielo abierto tan lucrativas para los inversores pues los costos escondidos son pagos por el medio ambiente y por nosotros, la comunidad, ahora y en el futuro.

 

Ciertamente no por la industria.

 

Lentamente a medida que los efluentes se acumulan, al mar se le roba de su oxígeno, la vida comienza a sofocarse, el fondo del mar se tapa de limo, y el ecosistema se desmorona, con la pérdida de una a una, de las especies.

 

Y eso es cuando las algas tóxicas florecen con más frecuencia. Todo esto sucede bajo el agua, fuera de la vista, y toma años manifestarse. Tan solo los fiordos profundos y las corrientes fuertes en lugares como las islas Faroe o Noruega tienen oportunidad de expulsar aunque sea algo, esos crecientes efluentes letales, que son la marca de la cría de salmones en jaulas. Y aún así hay evidencia de zonas muertas bajo dichas jaulas. Aquí en las Malvinas no tenemos fiordos profundos, ni tenemos nada para amortiguar esos impactos.

 

Esto además de todos los otros temas mencionados más arriba, es la razón por la cual la gente de todos los países se está enfrentando a esta industria destructiva, por qué más y más regiones están poniendo freno a su expansión o simplemente prohibiendo mediante leyes que obligan a la industria a instalarse en tierra donde la fuga de peces, la transmisión de patógenos y de efluentes sin tratar pueden ser detenidos en la misma fuente que los genera.

 

Todo esto puede que no importe con una producción de 30 toneladas que es la capacidad máxima de la granja de truchas cerca de Fitz Roy. Puede que no importe siquiera por mil toneladas. Pero si importa cuando se trata de 50,000 toneladas que es la producción anual a la cual apunta la empresa Unity Marine Ltd. Imagínense por un instante el impacto de una producción anual de 200,000 toneladas que fuera presentada como la capacidad potencial en nuestras aguas costeras prístinas por la Unity Marine Ltd en el Paper 156/19 del Consejo Ejecutivo.

 

Su opinión sobre esta industria resulta fundamental para el futuro a largo plazo de nuestro país. Ahora es la hora de expresarse abiertamente. Se puede encontrar más información en facebook.com/Salmon-Free-Falklands, y además se puede hacer valer la opinión abordando a los candidatos a legisladores personalmente y comprometiéndolos”.


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