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Otra joya del Mar Argentino

Una pesquera busca colocar en EEUU un exclusivo producto

Bentónicos de Argentina inició en 2019 el proyecto de exportación. Cuál es el potencial del mercado

En la actualidad, la centolla argentina se exporta cocida y congelada, procedimiento que se inicia en los propios buques pesqueros, a USD 17.000 la tonelada

Una de las cinco empresas “centolleras” instaladas en el país desarrolla un proyecto para exportar centolla viva a EEUU, a un valor impactante, más de USD 30.000 la tonelada.

 

La centolla local es conocida en el mercado internacional como “Southern Red King Crab”, variedad que se exporta, cocida y congelada, a EEUU, China y, en menor medida, a Japón, a un promedio en torno de USD 17.000 la tonelada.

 

Exportarla viva, señaló Vitalii Bakulin, presidente de Bentónicos de Argentina, casi duplicaría el precio al que se vende actualmente. La empresa, en su origen propiedad del argentino Alfredo Pott, que se asoció y luego vendió a inversores de EEUU, que después la vendió a una pesquera peruana, que en 2017 vendió a capitales rusos, empezó a desarrollar el proyecto en 2019, pero no logró concretarlo en 2020 debido a la pandemia y el consecuente cierre de restaurantes y hoteles, principal canal de consumo.

 

Bakulin, llegó a la Argentina hace cuatro años y medio, luego de trabajar en una pesquera dedicada a la cría del esturión (de apreciada carne y huevos, origen del caviar), y en un criadero de peces y langostinos en Camboya. A su experiencia en el sector agrega un título en administración de empresas y fluidez en español (lo estudió en España) e inglés. Desde su arribo buscó diversificar la empresa a partir de sus dos buques “centolleros” (Tango 1 y 2), con nuevos proyectos.

 

El transporte es un eslabón clave del proyecto, que en 2020 se paralizó debido al cierre de restaurantes y hoteles en todo el mundo

 

En 2018 Bentónicos compró un predio e inició la construcción de una planta de procesamiento en Puerto Deseado, Santa Cruz (el otro puerto de descarga es Comodoro Rivadavia, en Chubut), ya prácticamente terminada, con una inversión de USD 2,5 millones. La planta también es apta para procesar merluza y langostino y la empresa tiene en vista la adquisición de un buque, “tangonero” para la pesca de langostino, el principal producto de exportación del Mar Argentino.

 

En 2019 Bakulin expuso su plan de exportar centolla viva a los entonces ministros de Producción, Dante Sica, y de Transporte, Guillermo Dietrich, que mostraron gran interés. El transporte es un eslabón clave del proyecto, que en 2020 se paralizó debido al cierre de restaurantes y hoteles en todo el mundo.

 

Ese mismo año Bentónicos inició también el procedimiento, ya en la etapa final, para obtener el certificado del Stewardship Marine Council (SMC), un sello internacional de “pesca sustentable”, clave para mantener el acceso a los mercados de los países desarrollados. “La pesquería de centolla está muy bien regulada, por el Consejo Federal de Pesca y por el Inidep (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero); la Argentina está muy bien vista por eso”, dijo Bakulin.

 

Además, en consulta con biólogos de la provincia de Río Negro, la empresa analiza un proyecto de acuicultura de vieira, otra joya del Mar Argentino, en la zona de San Antonio Oeste. “Estamos estudiando cómo sería el criadero, cuántas larvas de vieira se pueden producir por año y el terreno dónde instalar la planta de procesamiento”, dijo el empresario.

 

Bentónicos tiene actualmente unos 110 empleados directos, entre personal de pesca, la planta en Puerto Deseado, personal administrativo y comercial, cuyas oficinas están en Buenos Aires. En centolla, lo que hace actualmente es el aprovechamiento de patas y pinza (donde está el grueso de la carne), que se cuece y congela a bordo de los buques.

 

La centolla cocida y congelada se exporta en cajas de 13,6 kilos, a un precio en torno de USD 17.000 la tonelada. Según datos de la Subsecretaría de Pesca de la Nación, en 2019 la Argentina la exportó de ese modo por USD 27,3 millones, a un precio promedio de USD 16.991 la tonelada. En 2020 la exportación fue de USD 21,9 millones, debido a la caída de la demanda de EEUU (pasó de comprar USD 17,3 a USD 10,3 millones) y la desaparición de la japonesa (que de USD 4 millones pasó a 0) amortiguada en parte por el aumento de las compras chinas (de USD 5,7 a USD 8,5 millones).

 

En los primeros 7 meses de este año, las compras de EEUU crecieron 86%, la demanda china se mantuvo y el precio promedio por tonelada fue de USD 17.304. Con USD 18,3 millones vendidos en 7 meses, el año pinta para cerrar por sobre los números de 2020. Localmente, se consume casi exclusivamente centolla de captura “artesanal”, en cercanías de Ushuaia.

 

Para exportar centolla viva, Bentónicos (término que refiere a especies del fondo marino) adquirió un contenedor especial, de fabricación surcoreana, para el traslado por tierra, unos 2.000 kilómetros de Puerto Deseado a Ezeiza. La captura de centolla, altamente regulada, se hace con trampas atadas a una línea madre. Cada línea tiene una longitud de entre 3,5 y 4 kilómetros, con entre 140 y 150 trampas con carnada; la centolla entra y tiene alimento para varios días. Las líneas se recogen al cabo de 4 ó 5 días.

 

En el trayecto por tierra, explicó Bakulin, la centolla va refrigerada, con agua y oxígeno. La clave es que no sufra estrés. La centolla viva se empaca luego en cajas refrigeradas, iguales a las del salmón fresco, con hielo seco y envuelta en tela o material esponjoso embebida en agua de mar. En esas condiciones puede mantenerse viva entre 18 y 24 horas, el tiempo en que debe llegar a su destino final. “Se debe bajar la temperatura a un nivel que la centolla se duerma, no se mueva mucho dentro de la caja y despierte en destino. Se exporta a distribuidores que comercializan toda clase de cangrejos (crabs)”, explicó Bakulin.

 

En 2019, cuando empezó a estudiar el proyecto, el empresario se reunió con el Aeropuerto de Ezeiza, por la posibilidad de alquilar un espacio y tener piletas para las centollas en inmediaciones de la terminal de cargas, lo que haría más flexible la operación, pero la pandemia no dio tiempo para realizar la prueba piloto.

 

El proyecto, depende mucho de las posibilidades de carga aérea, ahora condicionada por la escasez de vuelos, tanto de pasajeros como de carga. Ahora, Bentónicos está pidiendo cotizaciones de carga aérea para los meses de noviembre-diciembre. “Nuestros barcos están en reparaciones; saldrán a hacer prospección en octubre y pescarán en noviembre-diciembre”, explicó el empresario, quien precisó además que el costo total del transporte de la centolla viva se estima entre 8 y 9 dólares el kilo.

 

El negocio es más que conveniente, subrayó, no solo porque el precio de la centolla viva es casi el doble que el de partes congeladas, sino porque también hay mayor aprovechamiento del peso. En los aviones la centolla va en pallets, con 24 cajas. Cada caja lleva entre 5 y 6 centollas, para un total entre 120 y poco menos de 150 centollas por pallet, unos 300 kilos.

 

Bakulin aclara, sin embargo, que no toda la centolla que se pesca sirve para traslado aéreo. Tienen que ser fuertes, algo que evalúan por tamaño y la “muda” al momento de captura. Se trata de una especie que se alimenta en profundidades mayores a medida que crece. La exportación de la especie viva sería una parte pequeña de la captura total, pero es una línea de negocios de gran potencial.

 

La producción anual de centolla de la Argentina es de entre 1.200 y 1.500 toneladas, de los cuales Bentónicos de Argentina aporta cerca de 500 toneladas. Las otras empresas que trabajan la especie son Centomar y Crustáceos del Sur (también de capitales rusos y también asociadas a Capeca, Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de Altura) más Food Partners y Wanchese.

 

De sus cerca 50 meses en el sector pesquero argentino, Bakulin remarca que “hay dificultades laborales que pueden dañar bastante a la empresa”, aunque espera que eso “vaya mejorando con el tiempo”. La empresa, precisa, paga entre 7 y 9% de retenciones y cuando se lo consulta sobre el funcionamiento de los puertos dice que “se debería haber capacitación al personal sobre la importancia que tiene el producto al momento de ser manipulado en la descarga, dado que, de ello depende mucho el valor final”.

 

Que la centolla local sea conocida como Southern Red King Crab no es algo menor. El Red King Crab, o Kamchatka Crab, o Alaska King Crab, introducido en los ‘60s por científicos rusos en Rusia y Noruega, es la variedad de cangrejo más grande, de aguas gélidas, como el mar de Bering, el golfo de Alaska y la península de Kamchatka. Un “Red King Crab” grande y vivo puede venderse en más de 600 dólares. Pasión culinaria por la que se pagan precios exorbitantes, en el Mar Argentino también se consigue.


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