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Tras 26 años de servicio en el Poder Judicial de Tierra del Fuego

Se jubiló el juez Daniel Borrone

El juez Doctor Daniel Borrone, con 60 años, decidió renunciar a su cargo dentro del Tribunal de Juicio Oral de la ciudad de Río Grande, para jubilarse. “No sé qué voy a hacer, pero mi casa está acá, y quiero vivir este proceso de un modo feliz junto a mi esposa”. Borrone es uno de los hombres que ingresó al Poder Judicial en sus inicios, para ocupar cargos tales como Fiscal y también Defensor Oficial, un hombre que supo ganarse el afecto tanto dentro de su ámbito laboral, como de la comunidad, debido a su labor social como voluntario en diferentes espacios, pero siempre en contacto con aquellas personas que atraviesan situaciones de vulnerabilidad.

Se jubiló el Doctor Daniel Borrone, “un juez de a pie”.

Río Grande.- Daniel Borrone es oriundo de Mar del Plata, llegó a Río Grande allá por el año 1994, y concurso para ingresar al Poder Judicial de Tierra del Fuego.

Sus primeros pasos dentro de la Justicia Fueguina fue defensor oficial,  y luego como fiscal, para luego pasar a integrar el Tribunal de Juicio de Río Grande desde en el año 2004.

Los años para su jubilarse ya se habían cumplido, pero distintas situaciones personales y de la vida misma, llevaron a Borrone, tome la decisión de dejar el Poder Judicial de Tierra del Fuego, jubilarse y disfrutar de su más preciado tesoro, que, aunque no mencionó, es su esposa, sus tres hijos y ahora su nieto, Pedro.

En exclusiva para Provincia 23, Borrone accedió a brindar una extensa entrevista, haciendo un recorrido de su vida, incluso desde antes de llegar a Tierra del Fuego, cuando recién hacia sus propias herramientas cuando se desempeñada en los Tribunales de Mar del Plata, ciudad de la que además, es oriundo y donde echará raíces en este proceso que el mismo aseguró desea sea “feliz”.

De elegante sport, pero sin corbata, los ojos achinados que denotan una sonrisa y un barbijo grueso, esta Borrone, dando el paso para ingresar al Tribunal de Juicio, y hacer un breve paso por el lugar donde se sentó por primera vez  como Defensor Oficial, y comienza la charla recordando buenos momentos.

Luego, la charla va hacia otro lado, hacia el estado de la sociedad en general, a la que en varios párrafos calificó como “deteriorada”, pero aun así, Borrone se caracterizó por su trabajo social y voluntario.

“Acá, hicimos mucho en Río Grande y fue muy rico, hay gente hermosa en todos lados, te encontrás con ángeles de la guarda como Luz Triviño, cuando hicimos una capacitación sobre adultos mayores que están fuera del sistema, fuera del PAMI, y la idea era acercarnos, porque el abuelo es un ser social, y lo llevamos por mucho tiempo, debe haber terminado en 2016”.

“También hicimos trabajo con los chicos, equipos de fútbol, grupos de asesoramiento gratuito con Elba Ramella en el barrio Ecológico. He tenido estímulos muy sanos de gente muy sana, por ejemplo el asesoramiento fue por parte de Sergio Garcia, que trabajaba con presos, gente en situación de calle, armábamos partidos de fútbol. Me ha tocado, cuando era fiscal, haber pedido condena el viernes y el sábado estaba jugando al fútbol con el hombre al que le había pedido condena” y agrega,

“Un día estábamos jugando al fútbol y hay mitos, hay mucho respeto, esos espacios lo generaron tipos como Fernando López Robbio (ex fiscal de Río Grande, actual funcionario de la Justicia Federal) ahí se entabla una relación y después organizamos un chocolate en el barrio, y dos o tres voluntarios se sumaron y les cortaron el pelo, porque la realidad es que hay mucha gente que no puede pagar un corte de pelo”, relata el juez, mientras sonríe.

 

Mamar las buenas costumbres familiares

 

Levanta la vista, mira hacia afuera por una ventana y se remonta al año 1980, al Gobierno de Raúl Alfonsín cuando se entregaba la caja PAN y dice, “Mi vieja me hizo acordar de algo, yo trabajaba en la Defensoría de Mar del Plata y decidimos que cada oficina iba a hacer su caja PAN y la iba a repartir y le agregábamos los alimentos perecedores, que se hacía  a través de las trabajadoras sociales, que sabían a qué familias entregarle”, entonces, “cada empleado junto a su familia, llevaba la caja y cuando me tocó a mí, íbamos a la villa, entramos a una casita que había que agacharse y fui con mi abuela que era muy coqueta, le dimos la comida a una señora que tenía 7 hijos, y finalmente mi abuela, que era muy copetuda, terminaba tejiendo para los chicos”, recuerda, y vuelve a vincular ese recuerdo con su constante trabajo hacia la comunidad.

“Y me cuenta mi vieja y mi viejo que la llevaba mi abuela, en el Hospital de Niños, y los sacaba a pasear; mi abuela hacía tortas, y eso lo mamas, esas cosas quedan y la vida de barrio que llevábamos, arreglar el terreno baldío, todo era de todos, y era una calidad de vida muy interesante”, asegura.

 

Los mejores momentos en el Poder Judicial

 

En otro tramo, Daniel Borrone se refiere a los primeros años del Poder Judicial Fueguino, recuerda a distintos funcionarios, también funcionarias, y como se traspiraba la camiseta y todos, aunque en distintos cargos, jugaban para el mismo equipo.

“Yo he compartido años con personas como Carlos Riera o Ana Pompo, y eso es una política de la Defensoría Pública, porque es gratis y es la mejor, porque iban a pelear todo lo que había que pelear, que dejaron precedentes jurisprudenciales importantes, iban a la casa de los defendidos, si faltaba algo manoteaban del bolsillo y le daban o cuando estaba la casa de las mujeres detenidas y se rompía el lavarropas, bueno, agarraban y llevaban un lavarropas, pero al tener la fortuna de estar rodeado de gente bella me ha enriquecido, eso paso de manera permanente”.

 

Un juez de a pie que se movía en un Chevette

 

Desde el 94 en adelante, en el estacionamiento dispuesto para los magistrados, entre camionetas y vehículos de alta gamas, se divisaba un Chevette de color azul. Ese auto, es el que Borrone condujo desde 1994 al 2019, y acá cuenta la historia:

“Nosotros vinimos en el 94 de Mar del Plata en mi caso y mi tío me dio un consejo, irse a Tierra del Fuego era algo muy decepcionante. De hecho varios jóvenes que nos quejábamos que no ascendíamos por influencias políticas y vimos un aviso en el diario que decía que la Justicia de Tierra del Fuego llamaba a concurso para cubrir cargos. Con Aldo Carnevale que terminó siendo Defensor en Ushuaia, nos anotamos en el 93, y en el 94 nos llaman. Ellos eligieron fiscal o defensor en Ushuaia, y yo en Río Grande y mi tío, me dio un consejo,  que no desarmara el rancho allá en Mar del Plata”, cuenta Borrone.

“Y la anécdota familiar es que mi señora, cuando le digo Renata nos vamos a trabajar a Tierra del Fuego, nos va a dar la posibilidad de ahorrar etc etc, la anécdota es que Renata nunca me dijo que sí” y se ríe, porque finalmente su esposa lo acompañó a esta aventura que era trabajar en el Fin del Mundo.

“Primero la entrevista y luego tengo que ir a jurar y ella nunca me dijo que sí, porque además estaba embarazada de siete meses de Nacho, el más chico; Julián que estaba en primer grado; Agustín que estaba en salita de 5 y Nacho en la barriga y nació en octubre. En agosto yo vine acá y claro llego acá el 27 de agosto y el 29 juramos, empezamos a buscar casa para alquilar y la casa es en la que hoy vivo, y había que ponerle todo”, recuerda, “cama, almohada, colador, todo y te ibas a Montecarlo y te daba en 12 cuotas”.

“Cuando llegamos a Tierra del Fuego, todos elegían la Pathfinder, la Sportage que estaba de moda, pero yo debía todos los muebles hasta el cucharón, y le dije al vendedor, dame el auto más barato que ande. Me trae un Chevette 1993, yo tocaba el cielo con las manos, en Mar del Plata tenía un Fiat 125 modelo 73, o sea, avanzaba 20 años, era el hombre más feliz del mundo, también pagado en 12 cuotas y lo deje de funcionar en 2019  y me compre un Golcito”.

Sobre el Chevette, dice el juez “era muy codiciado, luego vinieron las combis, las borronetas, cada uno iba en su asiento, porque eran tres hijos, tres filas de asientos, entonces cada hijo en su asiento. Más bicicletas, parrilllas, fuimos muy felices”, dice y sonríe.

 

La sociedad está deteriorada y el Poder Judicial es parte

 

Sobre el trabajo que se hacía en aquel momento, y en la actualidad dentro del Poder Judicial, Borrone explica, “Yo veo que toda la Argentina y la pandemia puso en evidencia que toda la sociedad mundial, se ha deteriorado, hay muchas personas bellas, hermosas, pero también hay un deterioro, eso que no te gusta de la sociedad, cómo  actúa tu vecino, bueno, la Justicia también, no venimos de Marte, ese deterioro es parte de la sociedad en general”.

Hace un silencio y se pregunta, aclarando que aunque no es profesional y no posee una respuesta única, piensa: ¿Cómo hago para que Pedro –nieto- tenga una Argentina mejor?”

“El Poder Judicial no es ajeno a lo que pasa en la sociedad, pero esa mística se va perdiendo, transpirar la camiseta, había una vocación de servicio impresionante”.

“Están los jueces de a pie”

Borrone es de los pocos funcionarios judiciales que no concurso para estar en diferentes cargos, aun con su trayectoria, ni aspiró a integrar el Superior Tribunal de Justicia.

“Están los jueces de a pie, y de otro nivel evidentemente, y ahí no”, expresó,  en definitiva la justicia penal es pesado, tenes dramas y dramas y dramas, por más que el juicio haya sido bueno, vos ves que hay una víctima. El Superior Tribunal es otra liga”, dijo y volvió a sonreír.

 

El trabajo nunca iba a casa y resguardó su familia

 

Esa fue la fórmula que Borrone, y muchos otros, encontraron para resguardar a la familia, “en casa no hablaba de trabajo, ni acá, ni en Mar del Plata. Las causas eran dramas terribles, salvaguardaba a mi señora, mis hijos y si se enteraban era por los medios. Si creo que tenés que tener una condición natural para trabajar de defensor, o fiscal. Te vas forjando, te vas haciendo, yo por ejemplo, arranqué  como meritorio sin sueldo, cuando había terminado la Facultad y me recibí en el 85. Mi primer tarea remunerada era cuidar la puerta o coser los diarios, hasta que hay un concurso en una Defensoría y gano mi puesto, me eligió Alicia Ramos Fondeville, la jueza que integró el Tribunal de juzgó a Monzón,  bueno, esa fue mi primera jefa y maestra, entonces era la impronta que me llevó a ser quien soy”.

 

Las tres mejores cosas que el Poder Judicial le dejó a Borrone

 

Casi al concluir la entrevista, el juez Borrone fue consultado sobre tres cosas, personas o elementos, resalta del Poder Judicial.

“Resalto la calidad del laburo en la etapa fundacional, resalto que además de ser compañeros de trabajo éramos familia y después resalto lo que me dejaron hacer porque a mí, los distintos Superiores Tribunales que tuve, me dejaron hacer, porque esto de involucrarme en los barrios, con la gente, no es habitual”.

“Me dijeron alguna vez, usted no parece juez, entonces, cada uno que saque sus conclusiones, se han hecho cosas, pero hay que hacer más, hay que cuestionarse, soy el primero en cuestionarme lo que hago en el servicio de justicia”.

La violencia de género “no es lo mismo hace 26 años”

Siguiendo con el mismo tema, pero refiriéndose a un tema concreto, Borrone explicó: “La violencia de género, no es lo mismo hace 26 años, pero está bien, hablamos de fulano no hay peligro de fuga, no se quiso fugar, pero ¿cómo protegemos a la víctima?, cuando se decide la excarcelación o no, vos no lo excarcelas para proteger a la víctima. ¿Está mal? Porque de que otra manera si no es el encierro preventivo para que no lastime a la víctima o llegar a un juicio rápido.”, fueron varios de los cuestionamientos que se hizo, y que además dejó latentes para los futuros y futuras jueces.

“Hay que seguir reinventándose para estar más cerca de la gente y para prevenir, sino, nosotros acá, somos los bomberos que llegan cuando esta todo incendiado”, graficó las situaciones.

Respecto de las penas que se imponen en casos de violencia de género, Borrone dijo: “En realidad si te fijas el Código Penal tiene penas severas. Quizá no alcanza con la pena, sino pasa por otras medidas, por llegar antes, que no haya un daño, que sea una lesión menor y una vez detenido, trabajar intensamente para que esa persona no vuelva a agredir”, sin embargo, “pasan los distintos Gobiernos y sin trabajar con ese hombre detenido, para salga un hombre nuevo”, entonces, “necesitamos otro perfil de profesionales, no más jueces, no más policías, porque vamos a los datos objetivos pasamos un mes en donde mataron a una mujer por día”. “Hay que estar más cerca de la gente, no basta con la comisaría de la Mujer, parecemos de la Edad Media, y la pandemia lo puso en evidencia”.

 

Sólo agradecimientos

 

“Gracias, gracias, gracias y en mayúsculas”, fueron las últimas declaraciones hacia todo el personal que lo acompañó a lo largo de sus más de 26 años de servicio, tanto en el Poder Judicial de Mar del Plata como el Poder Judicial de Tierra del Fuego.

En particular, Borrone agradeció a “Gerardo Salas en Defensoría, a todas las personas de Fiscalía y acá en Tribunales son muchos, he sido un afortunado, porque me enriquecieron y me cuidaron. A Mirta Figueroa, y espero que no se pongan celosas mis otras compañeras, una mujer sencilla, buena, que hace mucho más de lo que se paga el sueldo, o Carlos Riera que es el ejemplo, si hay otra vida quiero ser como Carlos Riera, era el equilibrio”, concluyó el ahora, ex juez Daniel Ernesto Borrone.

Fuente: Diario Provincia 23.

 


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