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El Tresher y el Kursk:

Dos submarinos que fueron la tumba de sus tripulantes

El submarino estadounidense ‘Thresher’ naufragó hace más de cincuenta años –en abril de 1963- en el océano Atlántico, convirtiéndose en el primer submarino nuclear siniestrado en el mar, llevándose la vida de 129 tripulantes. La otra superpotencia, la URSS, perdió al Kursk en agosto del 2000 con la pérdida de 118 vidas.

El 12 de agosto del año 2000, durante unas maniobras en el gélido Mar de Barents, a más de 100 metros de profundida, el Kursk se convirtió en una trampa mortal para toda su tripulación.

El submarino estadounidense ‘Thresher’ naufragó hace más cincuenta años en el océano Atlántico, convirtiéndose en el primer submarino nuclear siniestrado en el mar. Las causas de este naufragio nunca se han llegado a aclarar.

El 10 de abril de 1963, el submarino nuclear SSN 593 ‘Thresher’, acompañado por el buque de rescate ‘Skylark’, salió al océano Atlántico a una distancia de unas 200 millas al este de Cape Cod, donde las aguas se vuelven más profundas bruscamente. Había 129 personas a bordo del submarino, incluidos 21 oficiales del Estado Mayor de la Fuerza de Submarinos de la Armada de EEUU y representantes de la industria.

El sumergible salió al mar para llevar a cabo en una profundidad casi máxima (unos 350 metros) unas pruebas de los sistemas instalados. No había nada extraordinario en estas pruebas: desde el momento de su entrada en servicio en 1960, el ‘Thresher’ realizó unas 40 inmersiones similares.

A las 07.47 horas el submarino empezó a sumergirse paulatinamente. La profundidad en el lugar de inmersión era de 2.560 metros. Se mantenía una comunicación subacuática con el submarino.

A las 09.13 horas los tripulantes del ‘Thresher’ informaron sobre el surgimiento de “problemas pequeños” relativos a una creciente desviación de la posición horizontal. Después, la tripulación informó que intentaba llenar los tanques de lastre y subir urgentemente a la superficie.

El submarino no respondía a las continuas llamadas del ‘Skylark’. Pasados cuatro minutos, se recibió una parte del mensaje que decía: “La profundidad de prueba...”. Posteriormente, se oyó el crujido típico del casco aplastado por la fuerza del agua.

Tras una larga operación de búsqueda sólo se pudieron descubrir manchas de aceite sobre la superficie del agua. Posteriormente, sondas acústicas ayudaron a descubrir varias piezas de plástico que podrían formar parte del ‘Thresher’. El 30 de mayo, en las fotografías del fondo marítimo sacadas en la zona donde las sondas acústicas encontraron indicios se pudo ver timones y una parte del casco del ‘Thresher’.

 

Otro antecedente: el Kursk

 

El 12 de agosto del año 2000, durante unas maniobras en el gélido Mar de Barents, a más de 100 metros de profundida, el Kursk se convirtió en una trampa mortal para toda su tripulación. Dos explosiones dejaron atrapadas a 118 personas. En una operación de rescate espectacular, buzos de la armada trataron de liberarlos. Pero fue en vano.

Diecisiete años después, el caso todavía está rodeado de dudas. Una investigación oficial señaló que hubo dos explosiones dentro del submarino. Pero nunca se aclaró cuál fue el motivo.

La primera explosión se produjo por la detonación de uno de los torpedos emplazado en la primera sección del "Kursk", en la proa. Según se supo después, se debió a la fuga de una mezcla de hidrógeno que se filtró a través de unas microgrietas en la superficie del torpedo. Tras una pausa de pocos minutos, ocurrió una segunda explosión, de una potencia muy superior, también en la proa que abrió una enorme fisura en el casco e hizo naufragar al submarino, pero lo que sigue siendo un misterio es cuál fue la causa de la primera detonación.

El gobierno ruso fue entonces criticado por toda su actuación: por esperar demasiado antes de preparar una operación de rescate y por rechazar la ayuda de otros países. El presidente Vladimir Putin, que había asumido el cargo cuatro meses antes, recibió las críticas en primera persona. Entre otras cosas por seguir de vacaciones en Sochi hasta que habían pasado cinco días después de la tragedia.

Como se supo después, la cúpula militar ocultó las dimensiones reales de la catástrofe y rechazó los ofrecimientos de otros países para rescatar a la veintena de tripulantes del sumergible que no murieron en un primer momento a causa de la explosión.

El Kursk fue localizado a 108 metros de profundidad en la madrugada del 13 de agosto, cuando aún era posible salvar a 23 marinos, pero el Kremlin no dio el visto bueno para la operación internacional de rescate hasta una semana después. Y fue demasiado tarde.


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