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Corrupción en la era kirchnerista

Julio De Vido no quiere compartir pabellón con Lázaro Báez

El ex superministro kirchnerista no quiere cruzarse en el Penal de Ezeiza con el empresario patagónico. Pero el juez Rodríguez solicitó a su vez que De Vido no se cruce con su segundo en Planificación, Roberto Baratta ¿Habrá enroque de presos entre Marcos Paz y Ezeiza?

Ayer, antes que el desaforado diputado Julio De Vido fuera trasladado del cuarto piso de los tribunales de Comodoro Py al Penal Federal de Ezeiza, Maximiliano Rusconi, su abogado, ya estaba negociando con el juzgado del juez federal Luis Rodríguez las condiciones de alojamiento del flamante reo, y su lugar de "hospedaje".

Como ya lo hicieron casi todos los presos que hoy por hoy pasan sus días tras las rejas de ese complejo carcelario, por ejemplo el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, o Mario Segovia, el "Rey de la efedrina", terminará solicitando prisión domiciliaria por "problemas de salud". El ex todopoderoso ministro de los tres mandatos kirchneristas es insulinodependiente. Sin embargo, más que su diabetes, De Vido tiene otra razón para no permanecer en ese lugar de encierro: no quiere compartir pabellón con el empresario patagónico Lázaro Báez.

Báez, el dueño de la ahora quebrada Austral Construcciones, es el hombre a quien el propio ex funcionario benefició con obras que, en 10 años, treparon a la astronómica cifra de más de $8.000 millones en contratos, según los balances que el gobierno nacional le entregó al juez federal Claudio Bonadio.

La información surge de dos fuentes distintas. La primera de ellas, el juzgado que lo investiga por el presunto desvío de fondos por más de 265 millones de pesos que debían ser destinados a la mina de Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz. La segunda fuente proviene del propio Ministerio de Justicia, lugar del que depende el Servicio Penitenciario Federal (SPF).

Hasta ahora, el ex poderoso funcionario kirchnerista no se cruzó con ninguno de los resonantes presos que están alojados en el pabellón destinado a personas con "alto grado de corruptibilidad", es decir con suficiente poder económico o de influencia como para "corromper" las voluntades de los celadores que deben vigilarlos.

Entre esas personalidades se encuentran el ex jefe del Ejército de Cristina Kirchner, César Milani; Jorge Chueco, quien supo ser el abogado del dueño de Austral Construcciones; Daniel Pérez Gadín, el otrora contador de Báez; José López, el ex secretario de Obras Públicas y con quien De Vido tampoco tendría ningún interés de cruzarse en el patio del Complejo Federal I; y Juan Pablo "Pata" Medina, el ex titular de la UOCRA La Plata.

De Vido pasó su primera noche como flamante preso en una de las camas del Hospital Penitenciario Central, que funciona en el predio del Penal de Ezeiza. Concretamente fue alojado en la denominada "celda 126".

Casualmente fue el mismo lugar –con baño propio– donde el arrepentido Leonardo Fariña pasó la mayor parte del tiempo que estuvo encarcelado, no porque sufriese una dolencia de importancia, sino por temor que otro de los presos atentara contra su vida.

Después de las fotos de rutina y "tocar el pianito" –dejar impresas sus huellas digitales– el diputado nacional fue sometido a los estudios habituales para este tipo de presos mediáticos o emblemas de la corrupción kirchnerista y que se denomina "Dictamen Único Integrador", donde los especialistas de todas las áreas lo interrogan: médicos de distintas especialidades, psicólogos (que determinaron que está deprimido) y hasta trabajadores sociales.

Una vez que esas evaluaciones se vuelcan a un informe único se fijan las pautas de tratamiento, la alimentación, la dieta, los ejercicios que debe realizar el interno y lo más importante, cuál será el lugar de encierro.

Anoche De Vido fue revisado por los mismos cardiólogos que auscultan el corazón de Báez y López, dos hombres -sobre todo el primero- con los cuales De Vido no quiere mantener contacto.

Esta sería una razón de peso por la cual el ex superministro de los presidentes Néstor y Cristina Kirchner podría ser destinado, en los próximos días o semanas (mientras tanto seguirá alojado en el hospital del penal) a la unidad de máxima seguridad de Marcos Paz.

En ese presidio, al parecer, no hay presos indeseables para De Vido aunque se encuentra el empresario farmacéutico Ibar Esteban Pérez Corradi, involucrado en una causa por lavado de dinero y vinculado al triple crimen de General Rodríguez.

En ese penal también están detenidos varios represores de la última dictadura militar; también el ex intendente de Itatí, Natividad Terán; y el viceintendente Fabio Aquino, ambos procesados por narcotráfico; y Víctor Manzanares, el contador de Cristina Kirchner.

Sin embargo, la decisión final sobre el lugar definitivo de encierro, lo decidirá, no el juez Rodríguez, sino las autoridades del ministerio de Justicia de la Nación, a cargo de Germán Garavano, a través de la secretaría de Asuntos Penitenciarios. Y lo hará no solo evaluando la inquina que el diputado pueda tener con los hombres con quienes habría participado en maniobras delictivas, sino donde existan mejores condiciones sanitarias.

Un dato final para tener en cuenta: el magistrado solicitó que De Vido no esté en contacto con Roberto Baratta, su segundo en el ministerio de Planificación que está detenido en Marcos Paz. Por eso, también existe una segunda alternativa, que Lázaro Báez, sea trasladado de Ezeiza a Marcos Paz para dejarle esa plaza al ex poderoso ministro y todavía diputado nacional.


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