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EN APERTURA DE SESIONES ORDINARIAS

En el Congreso de la Nación, Macri ratificó rumbo económico

El Presidente aprovechó la apertura de las sesiones ordinarias para brindar un discurso enfocado en los próximos comicios. Beligerante, utilizó la descripción de diversas temáticas para atacar al kirchnerismo, al que definió como su principal adversario en las elecciones legislativas.

El Presidente Mauricio Macri ya agitó la bandera de largada de la campaña electoral. 

 

 

 

Esto es lo que se percibió apenas dio inicio al 135° período de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación.  

 

 

 

Fue un discurso defensivo y, por momentos, beligerante. Digno de las contiendas que suelen darse en plena pelea por los comicios. No fue una ponencia habitual del líder de Cambiemos, quien ante las cámaras procura promover la unión y el diálogo.  

 

 

 

Macri decidió desde el comienzo polarizar directamente con el kirchnerismo. Así, adelantó cuál será el principal adversario del bloque oficialista en las elecciones de medio término.

 

 

 

“Hace un año compartí el diagnóstico de la situación en que encontramos el país cuando asumimos: venía de años de simulación y de un intento intencional y organizado de ocultar los verdaderos problemas”, afirmó a poco de comenzar. 

 

 

 

El ataque a la gestión anterior fue constante a lo largo del discurso.

 

 

 

Para el oficialismo fue una prueba de carácter. Un intento por mover el avispero político de los últimos días y así buscar revertir la constante caída de la imagen del Presidente en las encuestas.

 

 

 

Luego de 15 meses de gestión y el “affaire Correo” ganando espacio en la agenda mediática, el nivel de aprobación por parte de la opinión pública cayó más de 4% según diversas consultoras.

 

 

 

El interrogante es si un simple discurso alcanzará para cambiar un análisis de gestión por parte de electorado. 

 

 

 

La duda aumentó con la imagen que devuelve el espejo político del país: dentro de seis días se espera una gran movilización hacia las puertas del Ministerio de Producción liderado por la CGT –con cese de actividades- como respuesta a la crisis que atraviesa la industria nacional.

 

 

 

En ese sentido, el Jefe de Estado procuró no augurar cambios de dirección. Por el contrario, ratificó el rumbo económico del país.

 

 

 

La "hoja de ruta", según el macrismo

 

“En 2017 la economía va a crecer. Estamos trabajando en las cuestiones de fondo para que sea el comienzo de un período de crecimiento sostenido, año a año”, afirmó el presidente ante la Asamblea Legislativa.

 

 

 

Acto seguido, se refirió a las metas de inflación, un tema ríspido en el comienzo del 2017 que está zanjando más de una paritaria y provocando un aumento en la tensión social. Macri no se movió de la postura que el Gobierno ya hizo oficial.

 

 

 

“La inflación es tóxica”, señaló. Y aprovechó la temática para disparar munición gruesa contra la gestión kirchnerista. 

 

 

 

“Los gobiernos anteriores la fomentaron y la quisieron esconder. Nosotros la enfrentamos y hoy está en un claro camino descendente. El Banco Central cumplió con sus metas: en el segundo semestre la inflación fue del 8,9% que, anualizada, es la más baja desde el 2008”, sostuvo tras realizar una "pirueta" con los números.

 

 

 

Sucede que nada dijo del índice de precios acumulado durante el primer año de su gestión, que dio más del 40%.

 

 

 

“La tendencia es clara. Empresarios y trabajadores deberían tener en cuenta las nuevas metas que se ha impuesto el Banco Central para el 2017 de una inflación de entre el 12% y el 17%”, indicó.

 

 

 

Acto seguido, repitió la pauta que la Casa Rosada adelantó tiempo atrás.

 

 

 

Sin embargo, desde la oposición –y cada vez más sindicatos- descreen esas cifras y estiman un aumento de precios más cercano al 25%.

 

 

 

Pese a los cuestionamientos, Macri se mostró firme en la postura que difunde la entidad conducida por Federico Sturzenegger: “El Banco Central se fijó un objetivo para 2019 de una inflación de menos del 5%. Sabemos que eso es posible con un BCRA independiente. La experiencia muestra que los países que bajaron su inflación crecieron muchísimo más al conseguirlo”.

 

 

 

En otro pasaje de su balance económico, el Presidente se refirió al déficit fiscal.

 

 

 

“Entre 2015 y 2016 lo redujimos del 5,2% al 4,6% del PBI. Después de años de manipulación, sancionamos un presupuesto calculado sobre números reales. Para 2017, nos comprometimos a cumplir con el objetivo de 4,2%, mientras que para 2018 y 2019 fijamos metas de 3,2% y 2,2%”, sostuvo. 

 

 

 

Pese a estas proyecciones vertidas por el Presidente, la oposición se muestra muy poco optimista. 

 

 

 

El diputado por el Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren, afirmó que "todavía no notamos que haya un plan económico”.

 

 

 

En el mismo sentido se manifestó el diputado del Bloque Justicialista, Pablo Kosiner, para quien el Gobierno por ahora sólo aplicó “una política monetarista”.

 

 

 

Defensa y contraataque

 

En pos de salir del laberinto político en el que quedó envuelto tras el “affaire Correo” (producto del polémico acuerdo que el Estado firmó con el Grupo Macri para saldar una deuda que arrastraba desde el 2001), el Presidente anunció en el Congreso una serie de medidas vinculadas a la “transparencia” de la gestión.

 

 

 

“La corrupción se combate con transparencia e integridad. En este sentido, el Congreso de la Nación hizo grandes avances el año pasado con la sanción de la ley de acceso a la información pública y la ley del arrepentido”, sostuvo.

 

 

 

“Todos los gobiernos, nacional, provinciales y municipales, debemos profundizar nuestras políticas de integridad pública para cuidar la transparencia y la confianza depositada en nosotros”, añadió.

 

 

 

Y repitió, como anunció en la tardía conferencia de prensa que brindó por al escándalo del Correo, que ya instruyó a la Oficina Anticorrupción -a cargo de la dirigente del PRO Laura Alonso- para que "cree un mecanismo para separar mi actuación ante cualquier suspicacia frente a un potencial conflicto de intereses". 

 

 

 

"Quiero que todo sea transparente y abierto, que nadie dude de las decisiones que toma este Presidente, y mi deber ético es defender el interés público y el patrimonio del Estado”, remarcó.

 

 

 

Ocurre que la controversia en torno al convenio con el Correo impactó de lleno en la imagen de Macri.

 

 

 

Según denunció la fiscal general ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Gabriela Boquín, el Estado le condonó al Grupo Macri más de $4.000 millones al aceptar que únicamente pague $600 millones al 2033 por una deuda de $296 millones que arrastra desde la época de la convertibilidad. 

 

 

 

Fue la resolución de esta procuradora la que colocó el problema en agenda porque el acuerdo se había firmado en junio del 2016 y no había trascendido. 

 

 

 

Ante la delicada situación política en la que quedó atrapado, el Presidente decidió que el convenio vuelva a “foja cero”.

 

 

 

Fue el precio que decidió pagar para evitar que la escalada continuara. Lo que aún no logró frenar son las causas penales que se abrieron en su contra por este hecho.

 

 

 

En este marco, Macri comunicó en la apertura de la sesiones ordinarias que “en los próximos días publicaremos dos decretos sobre juicios y contrataciones para la gestión de conflictos de intereses”.

 

 

 

“La ética y la transparencia no es sólo una obligación del sector público sino que compromete también al sector privado. Por eso, siguiendo los más altos estándares internacionales, pido al Congreso que debata y sancione la ley de Responsabilidad Empresaria”.

 

 

 

Esta iniciativa prevé penas para quienes cometan hechos de corrupción. 

 

 

 

El Presidente aprovechó el tema para contraatacar y cuestionar al kirchnerismo, espacio político al que, según se desprende del discurso de ayer, eligió para polarizar en el año electoral. 

 

 

 

“La corrupción es un mal que envicia lo político. Detrás de la corrupción hay millones de argentinos sin cloacas, rutas destrozadas, y tragedias que se pudieron haber evitado como la de Once”, soltó.

 

 

 

También aprovechó los anuncios de obras de infraestructura en el norte (Plan Belgrano) y en el sur (Plan Patagonia) para diferenciarse del kirchnerismo, al que intentó atar a una matriz marcada por los negocios ilíticos: “Hoy la obra pública dejó de ser un sinónimo de corrupción”.

 

 

 

En un pasaje del discurso parecía que todo lo hecho durante el kirchenrismo fue erróneo, maligno: “Dejamos de hacer de los medios públicos y de los programas culturales herramientas partidarias o ideológicas. Incluso una buena iniciativa como Tecnópolis había sido usada con fines partidarios”, mencionó. 

 

 

 

Todas y cada una de las temáticas que visitó Macri en su discurso –elaborado por un equipo liderado por Marcos Peña- las utilizós para cuestionar a sus antecesores. 

 

 

 

Por ejemplo, al referirse a la política energética, lejos de explicar las ventajas del aumento constante de las tarifas, sentenció: “Después de una década de despilfarro y corrupción, empezamos a normalizar el sector energético para que las familias, los comercios y las fábricas tengan energía cuando la necesitan”.

 

 

 

El Presidente entró, así, en un golpe por golpe cuya efectividad política es incierta.  

 

 

 

La corrupción es un arma de doble filo para Cambiemos. Si bien al oficialismo le sirve para atacar al kirchnerismo en este año electoral, el Gobierno tiene unos 50 funcionarios imputados tras un año de gestión. Entre ellos, el Presidente.

 

 

 

De hecho, el mismo día que brindó su discurso, Macri fue imputado en una nueva causa: el fiscal federal Jorge Di Lello lo acusó junto a varios de sus funcionarios, a miembros de la línea aérea Avianca y a empresarios del sector aeronáuticos por  presuntas irregularidades vinculadas con la explotación del espacio aéreo en perjuicio de Aerolíneas Argentinas.

 

 

 

En su requerimiento de instrucción, describió una serie de maniobras -entre ellas el otorgamiento de rutas aéreas- presuntamente destinadas a beneficiar a Avianca, empresa que en 2016 adquirió la firma Macair Jet, propiedad del grupo económico liderado por Franco Macri, padre del Presidente.

 

 

 

Un guiño a la UCR: visión social, educación y Justicia

 

 

 

 

 

 

 

El fin de semana previo a la apertura de las sesiones en el Congreso, la tropa radical se reunió en  Villa Giardino y tras esa cumbre dirigencial llegó a una conclusión: consideraron necesario que el jefe de Estado incluyera “una visión social” en sus políticas.

 

También pidieron que se agreguen temáticas educativas y judiciales. Todas cuestiones “que nos representan”, sostuvieron los correligionarios. 

 

 

 

La solicitud tuvo eco en Macri. La primera parte de su ponencia hizo alusión esos tres ejes. 

 

 

 

“Recibimos un país donde 1 de cada 3 argentinos está en la pobreza o la exclusión total. Es una cifra real, según las estadísticas del INDEC que después de muchos años podemos volver a confiar. Es mucho más que un número. Son personas que, mientras estamos acá en este recinto, esperan soluciones concretas”, dijo.

 

 

 

Acto seguido, destacó las políticas sociales que su Gobierno impulsó: “Pese a los miedos que muchos querían imponer, mantuvimos, ampliamos y fortalecimos derechos sociales, principalmente en jubilaciones, asignaciones familiares y tarifas sociales. Hicimos realidad muchos derechos que estaban sólo en los papeles y además creamos nuevos derechos como la Pensión Universal a los Adultos Mayores”, añadió.

 

 

 

La faceta social es una de las grandes deudas que se le achacan a la Casa Rosada. Por eso no fue casual el pedido de los radicales.

 

 

 

“Más de 1 millón y medio de chicos comenzaron a recibir asignaciones familiares o por hijo”, continuó Macri en el Congreso. “Y no esperamos que vengan a las oficinas de la Anses, fuimos a buscar a todos los chicos que no tenían ni DNI”, explicó.

 

 

 

“La mejor manera de igualar oportunidades es llevar al Estado donde antes no llegaba. Sin clientelismos ni punteros”, dijo, volviendo a marcar una distancia –al menos desde la teoría- con el peronismo.

 

 

 

En otro apartado, en un claro guiño hacia los boina blanca, aseguró: “La educación nos une. Tenemos que revolucionar la educación”. Y anunció que “en pocos días lanzaremos el programa Asistiré, para detener la deserción e ir a buscar a aquellos que ya abandonaron”.

 

 

 

También se refirió a una reforma estructural del poder judicial.

 

 

 

“Para que los argentinos puedan vivir más tranquilos nuestra Justicia necesita cambiar. Creemos en una Justicia independiente, que dé respuesta rápida a la gente”, señaló.

 

 

 

En este sentido, adelantó que están avanzando en el plan Justicia 2020.

 

 

 

En este contexto, Macri pidió no darse por vencido. “Ratifiquemos nuestra convicción por el cambio, no escuchemos las voces de aquellos que nos quieren desanimar, que nunca quisieron el cambio, y que ni siquiera hacen autocrítica de lo que han hecho en el pasado”, afirmó hacia el final de su discurso.

 

 

 

“Nos necesitamos”, cerró. 

 

 

 

"Más que nunca", le faltó agregar al mandatario, que ya se puso los guantes para dar pelea en este año electoral. 

 


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