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La eternización de los sindicalistas

Tras 12 años de licencia gremial, Catena vuelve a trabajar

Lo que debería ser normal, que un gremialista vuelva a su puesto de trabajo, se a transformado en toda una novedad. Lo cierto es que tras 12 años de gozar licencia gremial, el polémico Secretario General del SUTEF, deberá volver a dar clase para poder cobrar un sueldo de maestro. La búsqueda permanente de la eternización en los gremios, más la falta de democracia interna en los sindicatos, una pesada herencia que aún perdura.

Tras largos doce años de gozar una licencia gremial que le permitió no trabajar, Horacio Catena debió volver a su antiguo puesto, claro que no lo hizo por propia voluntad, si no que fue producto de los controles que impuso el gobierno de Bertone, a las “licencia gremiales” que en otra épocas lo gremialistas gozaban sin límite.

De todos modos lo que debería ser un acto normal, que el gremialista vuelva a su puesto de trabajo luego de su actividad sindical, se ha transformado en toda una novedad.

Esta realidad no solo sucede en el ámbito del Estado, también en el privado, hay “sindicalistas” que asumen un puesto gremial y se eternizan en el mismo. Un caso notable es el diputado “Zurdo” Martínez que salto a la actividad gremial hace 30 años y nunca más volvió a trabajar a su puesto laboral de donde salió.

Lo cierto es que por ahora el polémico gremialista otrora el mandamás del SUTEF, deberá volver a dar clase, es decir a trabajar.

Fueron los controles implementado por el Gobierno de Rosana Bertone sobre el cupo de licencias gremiales, lo que empujo a Horacio Catena  a volver a sus funciones docentes para poder seguir percibiendo sus ingresos. 

Catena, un militante del Comunismo, fue un gremialista polémico por sus discursos agresivos y altisonantes, siempre prefirió la confrontación al dialogo y de hecho fue el “ideólogo” de la toma de la Casa de Gobierno en era de Fabiana Ríos lo que le costó ser condenado a dos años de prisión en suspenso como coautor material y penalmente responsable de los delitos de lesiones leves calificadas por la condición del sujeto pasivo en concurso ideal con atentado contra la autoridad doblemente calificado en perjuicio de Nicolás Jonathan Dutrá, Mariano Brazanovich e Irene Lucía Marín Levín.


A partir de esa sentencia fue exonerado de la administración, pero dicha medida quedó supeditada al retiro de la tutela sindical que se encuentra en trámite ante la Cámara de Apelaciones. 
Ahora, debido al control que ejerce el área de Asuntos Gremiales del Gobierno, la actividad sindical tiene un tope de horas rentadas que por primera vez se controla efectivamente. Esta circunstancia determinó que Catena, así como otros dirigentes sindicales, debieran optar por continuar con su actividad sindical a costa de los recursos del propio sindicato o volver a su puesto de trabajo, en algunos casos después de una década o más. 
Vale recordar que en el marco de la causa penal iniciada por el vicegobernador a raíz de los ataques que sufriera, pesaba sobre Horacio Catena una orden de restricción de acercamiento a funcionarios y edificios públicos, motivo por el cual para volver a trabajar debió pedir autorización ante el Juzgado de Instrucción, la que le fue otorgada únicamente limitada al establecimiento y horarios donde debe cumplir tareas.

Otro hecho que no puede pasar por alto y que tuvo en el centro de escena al polémico dirigente gremial fue la denuncia del caso de “Credisur” donde se vio salpicado por la misma y que involucraba directamente  a los entonces abogados del SUTEF. 

Los gremialistas eternos

Los argentinos estamos acostumbrados a observar cómo los dirigentes gremiales se eternizan en el poder. Según un artículo publicado por el diario Los Andes,  Los sindicalistas aducen que mantienen esa condición a través de la elección de sus afiliados, cosa que es real, aunque no aclaran que en la gran mayoría de los casos esas elecciones se realizan dejando mucho que desear en lo que a transparencia se refiere. Raúl Alfonsín fue quien intentó, inmediatamente después de asumir, romper ese esquema y, aprovechando la derrota electoral del justicialismo y la denuncia de un pacto militar-sindical, impulsó una ley de Reordenamiento Sindical que establecía la democratización del gremialismo. Esa iniciativa fue aprobada en Diputados y rechazada por sólo dos votos de diferencia (24 a 22) en el Senado. Fue el último intento serio por modificar una ley de asociaciones gremiales que ha permitido que haya dirigentes como Ramón Baldassini, con 38 años al frente del gremio de los telefónicos; Luis Barrionuevo, con 37 en Gastronómicos; Armando Cavallieri, con 30 en Comercio o Hugo Moyano, con 28 en Camioneros, por señalar sólo algunos casos. 


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